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Lo perfecto es enemigo de lo bueno.

Hay quien se empeña en acabar con cualquier arruga que aparezca en su traje, generalmente entallando allí donde sea y destrozando cualquier caída natural del mismo, provocando más problemas que soluciones.

Y es que venimos de unos años en los que el slim fit marcaba la tendencia, pero se ha llevado en ocasiones hasta límites insospechados.

Y es que las prendas tienen que respirar, moverse, acompañarnos y caer sobre nuestro cuerpo, con equilibrio, naturalidad y armonía. Un traje sienta bien cuando es como un guante y esto sucede cuando cuerpo y traje van al unísono. Pero esto se confunde a menudo con tratar de hacer del traje una segunda piel, ciñéndolo a ella como si de un material dúctil se tratase. Y recordemos que el paño de un traje clásico y tradicional es al fin y al cabo un material rígido. Es decir, con poca capacidad elástica, y cuando pretendemos pegarlo a nuestro cuerpo, que por muy atlético que sea los volúmenes que lo forman varían al movernos, comer, sentarnos, elevar los brazos o cualquier otra acción y por lo tanto de estar ceñido provocarán tiranteces, molestias e incluso movimientos completos de gran parte de nuestras prendas.

Por ello tengamos siempre en cuenta que hay que saber en qué parte y cuándo podemos ceñir una prenda a nuestro cuerpo y cuándo no, para conseguir transmitir ese confort y equilibrio que debemos.

[Esta información está extraída del Libro “Cómo llevar un traje”.]

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¿Qué calidad tienen nuestras prendas?

Esto no es algo que se aprenda en un sólo día y mucho menos leyendo un artículo como este. Pero vamos a intentar desgranar algunos de los aspectos principales que revisar en nuestra prendas para saber sobre su calidad.

Los Tejidos, el material más abundante en una prenda, y el que confiere por tanto gran parte de su calidad general. Generalmente es preferible optar por composiciones 100% naturales, huyendo del poliéster y otros tejidos artificiales a menos de que se trate de prendas más técnicas como chubasqueros, joggers, cazadoras, etc. Aunque hoy en día existen tratamientos en las fibras para proporcionar características técnicas sin sacrificar su composición natural.

Las costuras, quizás el segundo aspecto más relevante de toda prenda. Debemos fijarnos que estas estén bien rematadas, con puntadas cortas, sin demasiados deshilachados, nudos ni desperfectos en su recorrido. De contar con algo de esto será un punto de posible fragilidad de la prenda y probable rotura con el uso. Además de proporcionar un acabado más pobre y descuidado. Esto suele ser indicativo de una barata manufactura.

Los botones. Más que el propio botón en sí deberíamos fijarnos en cómo están cosidos y terminados, tanto los botones como sus ojales. Pues las confecciones de baja calidad suelen abaratar mucho en estos detalles, presentando botones mal cosidos y ojales con terminaciones muy pobres. Si nos encontramos ante esto debemos valorar el precio de la prenda pues su durabilidad quedará comprometida probablemente con no demasiado uso.

Otro truco interesante consiste en dar la vuelta a la prenda y observarla del revés. Hay prendas que aparentemente pueden parecernos decentes pero en cuanto vemos su interior comprobamos un total descuido e su ejecución. Remallados defectuosos, costuras muy desiguales, hilos sueltos, etc… Sin embargo, hay prendas que casi podríamos usarlas del revés pues su acabado es tan pulcro y refinado como el exterior, con costuras viveadas, refuerzos en zonas de tensión, soluciones ingeniosas para evitar problemas, etc… Esto sí es un signo evidente de un cuidado diseño y confección.

Esto son sólo algunos de los muchos detalles y aspectos a tener en cuenta en la calidad de las prendas.

[Podrás encontrar más información sobre cómo comprar en la Revista “Guía práctica de Consumo”.]

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Los hombros, la clave de la chaqueta.

Es quizás la parte más importante de una chaqueta, no sólo por ser una de las zonas más visibles al estar situada a la altura de la vista, sino porque además es desde donde reposa esta prenda sobre nosotros y de ahí parte su caída general.

Unos hombros descuidados -como los que vemos en la imagen superior- transmiten una sensación de falta de pulcritud e incluso incomodidad. Es como si la prenda no nos correspondiera o no fuera de nuestra talla. En cambio, unos hombros con una caída natural y de líneas suaves bien definidas -como la imagen bajo estas líneas- no sólo transmite una imagen impecable sino que también da la sensación de ser más cómoda y que nos sienta como un guante.

Hombros amplios, hombreras desmedidas, cuello mal apoyados hacen que la chaqueta con cualquier movimiento se descuelgue de nuestro cuerpo provocando aún peores sensaciones pero sobre todo haciendo que la prenda no descanse y caiga como debe hacerlo produciendo aún más arrugas por todas partes (manga, espalda, pecho…) Por ello, lo primero en lo que deberíamos fijarnos al probar una chaqueta tendrían que ser los hombros. Y a partir de ahí analizar el resto de la chaqueta. Debemos tener en cuenta que el arreglos de hombro es de los más complejos y costoso de hacer -en caso de que nuestra chaqueta sea por tallaje- y si se trata de una chaqueta a medida requerirá mayor experiencia por parte de la persona que nos realice la prueba y posterior corrección sobre la prenda.

[Esta información está extraída del Libro “Cómo llevar un traje”.]

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Un Look básico con blazer.

Una americana azul marino polivalente debería ser prácticamente un básico para cualquier armario, pues si escogemos bien sus características, pueden ser tantas sus opciones de combinación como sus momentos de uso.

Una blazer azul para que sea polivalente debe estar a medio camino entre lo formal y casual. Y lo que principalmente nos marcará esto será el tejido con el que esté confeccionada. Debemos alejarnos de tejidos demasiado planos y formales que nos recuerden a un traje. Deberemos irnos a tejidos con más estructura como una esterilla o hopsack, una sarga bien marcada de algodón, en invierno una franela con cierto “melange” en su trama… También ayuda que tenga ciertos elementos informales en sus detalles, como un picado perimetral en la solapa y bolsillos, una estructura ligera, sin hombreras, unos hombros camiseros, un puño camisero incluso tipo Teba, unos bolsillos de parche… Elementos que la desinformalicen y la hagan más versátil. Recordemos, alejándola del concepto del traje.

Una vez conseguido esto, esa chaqueta nos permitirá usarla con facilidad desde con polos, camisas sport, hasta con camisetas o sudaderas en su parte de arriba, pero abajo también nos permitirá optar desde un pantalón gris marengo informal, hasta unos chinos beige, pasando por unos jeans “raw” sin desgaste o con él… Y en cuanto a zapatos podremos tirar de mocasines de ante, derbys en piel grabada o incluso unas zapatillas básicas blancas o unas trainner discretas.

La propuesta que podéis ver hoy es sólo una opción y una excusa para hablaros de la polivalencia de este tipo de chaquetas.

[Esta información ha sido extraída de la Revista14 Looks imprescindibles”]

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Zapatos: Grado de formalidad por color.

Dentro de lo que podemos considerar zapatos formales o de vestir, más allá del diseño que lógicamente condicionará su mayor o menor formalidad, existe también una escala de color que define el grado de formalidad de un zapato. Partiendo del negro como representante absoluto de la máxima fornalidad, pasando por el burdeos oscuro, marrones chocolate, color tabaco hasta los marrones más claros e informales,

Por ello, sí, en efecto, cuando más claro es la piel de nuestro zapato mayor grado de informalidad aportará a nuestro atuendo, mientras que contrariamente cuanto más oscuro sea más formal será.

Dicho esto cabe apuntar que con traje en un entorno formal o ceremonioso nuestra primera opción de zapato debería ser en piel calf negra. Si buscamos algo más informal podríamos pasar a un negro del piel grabada o un burdeos muy oscuro. Si el traje es sport o queremos relajarlo un poco pues el tejido nos es tan formal podemos optar un un calf o ante color chocolate. El resto de opciones más claras a menos que vayamos a vestirlas con traje de tonos más claros y dominemos el arte de la combinación es preferible no tenerlos en cuenta.

[Esta información ha sido extraída del LibroCómo vestir un traje.”]